Mi México me duele

Julio de 2021

Mi México me duele.

La pandemia de COVID-19 nos vino a mostrar tres males endémicos: la indolencia, el descuido y la amnesia.

Indolencia y descuido que se evidencian con la pereza de buscar la información necesaria, entender lo necesario y hacer lo necesario.

Hoy, con casi 18 meses de pandemia y más de 500 mil mexicanos fallecidos, sigo viendo la falta de cuidados adecuados de muchos de mis compatriotas para con sus personas y sus familias; he ahí la amnesia.

Y esto se refleja en las medidas y cuidados que se establecen o mejor dicho, no se establecen en las instituciones, organizaciones, empresas, grupos de amigos y aun en las familias.

Y no es que no haya información disponible. Algunos que buscamos desde el principio, encontramos a las voces que, con autoridad, comenzaron a levantarse para informar, instruir y alertar. Encontramos a esas voces que, en Twitter y otros medios, contaban con apenas quizás unas cuantas decenas de seguidores en ese momento, pero cuya preparación, trayectoria y experiencia, avalaban lo que decían, sin ser “Rock Stars” en las redes sociales. Bastaba buscar, leer y corroborar en otras fuentes, incluso internacionales, la información que ellos ya estaban divulgando.

No era tan difícil y hoy, me atrevería a decir, es muy fácil estar informado respecto de lo que es –lo que se conoce al momento— la enfermedad que nos trajo esta pandemia. Y es fácil conocer qué es lo que debemos hacer para protegernos –escudarnos, diría yo— como individuos, familias y sociedad en general. Pero veo que la aburrición y la “desesperación” han llevado a muchos al descuido. Hay que salir, claro. Hay que reactivar las actividades, seguro, pero todo a su tiempo y de una forma segura; que no se nos olvide. Veo personas en todos los grupos de edades, vacunados y no vacunados, que han abandonado las medidas básicas de protección personal. No sólo quedan desprotegidos, sino que se convierten en un factor de riesgo de contagio para los demás.

Veo personas que, usando cubrebocas, parecen portar el primero que adquirieron en marzo de 2020 y que sólo sirve para simular que se protegen. Veo poco interés en establecer, como política familiar e institucional, la correcta ventilación de los espacios que se usan. La filtración/purificación del aire ni siquiera está en el radar de la mayoría. La distancia… bueno pues, parece haberse cambiado el mínimo de 1.5 metros—insuficiente por cierto y de prácticamente nula efectividad en lugares cerrados sin ventilación— por el espacio apenas suficiente para no dar un pisotón al de enfrente.

No nos engañemos: el ejemplo arrastra. Muchos niños han aprendido a no cuidarse simulando hacerlo. Hoy estamos viviendo la escalada del tercer repunte; una vacunación aún en niveles bajos y en desaceleración; con el regreso inminente a clases –y a muchas actividades— sin condiciones adecuadas en todas las escuelas, oficinas y recintos; con protocolos incompletos y directrices poco claras en algunos puntos; además de la casi inexistente instrucción a los niños por parte de sus familias; ahora es que necesitamos, más que nunca, INFORMARNOS para ESCUDARNOS, saber y entender para protegernos, instruirnos para cuidarnos.

Siempre ha sido responsabilidad de cada uno, de cada familia, no lo olvidemos. Y aunque gobiernos, instituciones y organizaciones tienen su responsabilidad en todo esto –y mucha—, nosotros en nuestro microcosmos, tenemos una responsabilidad mayor para con los nuestros: debemos hacer TODO lo necesario para que estén a salvo, estando al pendiente, atentos y proactivos para minimizar los riesgos.

El virus nos puede alcanzar, sí, pero que no sea porque hemos sido indolentes y descuidados, ni porque optamos por esta amnesia selectiva

Confiemos en Dios y hagamos lo que nos corresponde.

Covid19 se respira. Infórmate y toma decisiones inteligentes. Escúdate y escuda a los tuyos.

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