De pata de perro por unas horas

Andaba por la calle, disfrutando de la ciudad mientras buscaba un libro en el centro, y vinieron a mi mente aquellos de los míos que hoy ya no caminan por este nuestro México. Algunos por que ya están en la patria celestial y otros por que están en la patria del tío Sam. Otros en Canadá y unos más en el interior de la república.

El metro, las calles, los edificios, la gente...

¿A poco no lo extrañas ni un poquito?

[Desde: El metro]

Comentarios

Daniel A. Franco ha dicho que…
No.

El México que se me fue dejó de existir hace quince años. Insistir en la melancolía de un recuerdo a medias es como la necedad de querer calzar los zapatos favoritos de la niñez ya de viejo.

Los recuerdos de mi México le caben a la ciudad actual como pétalos a un jadrín sin flores. Son piezas de un rompecabezas incompleto; son el otro calcetín misteriosamente ausente de la secadora.

D
Anónimo ha dicho que…
Sí bueno, extrañar lo que se dice extrañar, sólo cuando se dibuja, aunque sea levemente, la escena del regreso. Cuando no, pos no.

Y por cierto, el problema no es el calcetín faltante, sino el chon sobrante. Hay que lavar en casa y a mano, ja.

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